La generación energética distribuida viene a plantear que la producción propia de energía y su consumo en los mismos lugares donde se producen tienen un beneficio medioambiental importante.
Si pensamos en que cuando encendemos la luz, esa energía puede estar producida en una central térmica a 200km, en una de gas en a 300km, en un salto hidráulico a 500km y no en nuestro propio tejado, podemos apreciar el valor que se aporta con la generación distribuida. Este sistema de autoproducción en nuestros tejados o cubiertas permitiría reducir la necesidad de transportar esa energía, evitando las pérdidas del transporte y reduciendo el impacto ambiental.
En este caso, la energía solar fotovoltaica es la más indicada por su madurez, escalabilidad y capacidad de adaptación a distintos tipos de edificios o cubiertas, de modo que establecer plantas de autoconsumo de origen renovable ya es fácil de realizar.
Algunos datos relevantes indican claramente que el coste de producción de energía para autoconsumo está descendiendo hasta el punto de que ya no es solo posible, sino que es rentable.